martes, 8 de julio de 2008

Sombras

Ayer entró una sombra por la ventana de mi cuarto. Estuvo un buen rato revoloteando, perdida, confusa, tratando de encontrar su lugar, buscando parecerse a algo. Finalmente, se agazapó temerosa en una esquina entre el techo y la pared, y allí pasó la noche. Allí seguía cuando desperté esta mañana. Sin embargo, no dudaba ya la sombra. Por el contrario, se había adueñado de aquella esquina, había crecido, ocupaba gran parte del techo y un buen trecho de la pared. Ya no estaba cobijada, sino acechante, esperando su momento, dispuesta a extender su reino hasta el cabezal de mi cama para en cualquier momento abalanzarse sobre mí y envolverme en otro nuevo halo de oscuridad, de ésos en los que últimamente se me ve tan enfundado.