A él siempre le gustó verse en un término medio. Sin embargo, sus amigos normales le decían que estaba extremadamente loco. Por otra parte, sus amigos locos le decían que era extremadamente normal. De esta manera, su término medio terminó por hacerle vivir en dos polos opuestos, siempre a punto de caerse por los agujeros de sus propios bolsillos, el izquierdo los días tranquilos, el derecho los disparatados.
Un día, cansado de tanto devaneo sin siquiera moverse del sitio, decidió llamar a un amigo loco y a otro normal para que debatieran y se pusieran de acuerdo acerca de su condición. Parlamentaron largo tiempo, tuvieron que aplazar las conversaciones, continuarlas durante días, prolongarlas indefinidamente. Prometieron dar una respuesta, que les llevaría cierto tiempo, pero jamás alcanzaron un veredicto. Él esperaba pacientemente, pero entretanto no pudo evitar verse finalmente abocado a la locura extrema, prisionero de una insoportable y extrema normalidad.
jueves, 14 de febrero de 2008
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