miércoles, 22 de agosto de 2007

Breves

Nada más llegar, el mes de mayo me ha saludado cordialmente y deseado una feliz navidad y un próspero año nuevo. ¿Significará eso que esta primavera voy a librarme de la alergia?

El príncipe le dio un beso y la despertó de un sueño de cien años. Y claro, ahora la niña ni duerme ni deja dormir. El café, ni probarlo.

Vivo en el octavo piso, así que cuando sube la marea no le queda más remedio que hacerlo en ascensor.

Mi hermano está dominado por la televisión. Ayer mismo fue ella quien lo apagó a él. En cambio, yo no me dejo avasallar por ella. En diez minutos cambié de canal trescientas veces, hasta que del mareo terminó vomitando en el salón. Después tuvo que poner carta de ajuste, ¡cuánto tiempo!

Tengo un estómago voraz. Por favor, no vuelvan a dejarme a solas con él.

Estracto de baba de caracol. 80 euros. Fenomenal para las arrugas. Efectivamente, nada más echarse el primer frasco ya estaba arrugado como una pasa.

La noche pasada soñé que mataba a mi madre. Me desperté de golpe, con un grito ahogándose en mi boca, temblando y empapado en sudor. Sólo había sido una pesadilla, pero tuve que levantarme y dirigirme a la cocina para comprobar que mi madre seguía en la jaula, esposada y amordazada como la había dejado.

Era un vegetariano concienciado. Por eso, su tercer deseo fue que los animales se extinguiesen, para que nadie los pudiera comer.

Ayer mi novia me sorprendió masturbándome delante de una foto de su madre. Bueno, en realidad quien se sorprendió fue ella.

Esta mañana he escrito un poema sin palabras. Se lo he enseñado a todo el mundo, pero no ha convencido a nadie. "¡Esto es sólo un folio en blanco! ¡Puede hacerlo cualquiera!" Sí, claro, una vez que lo he hecho yo parece fácil.

En medio del desorden ha aparecido debajo de mi cama un calcetín que sin duda no es mío. Estoy atento a ver si diviso su pie.

El barco se hundía irremediablemente. Los pasajeros se ahogaban, desesperados. De pronto, una voz lanzó un grito a la esperanza: "¡Tranquilos! ¡Arquímedes nos salvará!"

Alicia y Lucía discutían sobre qué parte del cuerpo es más importante para sujetar las gafas, si la nariz o las orejas. Se acaloraron tanto con la discusión que llegaron a los insultos y a continuación a las manos. La bofetada que Alicia le propinó a Lucía hizo que sus gafas saliesen disparadas, sin que la nariz o las orejas pudieran evitarlo.

Un cadáver. Seis sospechosos. Trescientas coartadas. No había duda, las coartadas habían caído encima de él y lo habían aplastado.

Allí no había nadie. Lo sé porque yo tampoco estaba.

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