martes, 21 de agosto de 2007

7 A.M.

El despertador suena, 7 a.m., me levanto de cama, y la espalda me duele hiperbólicamente. O eso creo. Me muevo un poco, y efectivamente, compruebo que es así, me duele hiperbólicamente que te cagas. En seguida descubro la razón. Ayer de noche estuve corrigiendo exámenes en cama y me quedé dormido encima de la calculadora. Ésta se me clavó en la espalda, y ahora me está pasando una patética factura. Patética, del griego "pathos", o quizás del latín "epathon", en cualquier caso está en mi espalda. Recojo la calculadora, y descubro que además de haber estado insertada toda la noche en mi espinazo, ha estado haciendo todo tipo de cálculos y operaciones acerca de mí, o al menos acerca de mi dorso. Los resultados hablan por sí solos, aunque yo no los comprendo.

5000 grados coraza
9000 grados escama
30 dinares y medio de espina
-2 escalones bajo el umbral del dolor
50 newtons de mi reflejo sobre un hombro
50 acres de proyecto sobre el otro
un 7'5 al último alumno que corregí

Dejo la calculadora en la mesilla al lado del despertador, creo que entre los dos traman algo para mañana, despertarme o calcular cuánto he envejecido durante el día.

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