Héctor no se reía con ningún chiste. Yo al principio pensaba que se trataba de un tipo muy serio, y que sería mejor no andarse con bromas, pero en seguida supe que lo que en realidad le pasaba era que no entendía los chistes.
A medida que empezaba a conocer a Héctor, me fui dando cuenta de que era muy inteligente, y que no carecía de sentido del humor. Su humor era diferente, le hacían gracia las caras raras, los golpes, las tartas en la cara. Los chistes, simplemente, no los pillaba.
Me parecía tan extraño, que me empeñaba en contarle chistes, a ver si por fin lograba que los comprendiese. Pero no había manera. La cara de Héctor era de genuína confusión tras uno de mis chistes, no sabiendo si había terminado ya o todavía iba a continuar, pues de momento no había encontrado nada digno de gracia. Entonces yo bajaba los ojos con resignación, pero no me rendía. A veces, en plena desesperación, hacía lo peor que se puede hacer, o sea, explicar el chiste. Vamos a ver, la gracia radica en el juego de palabras, o en el hecho de que el personaje actuó de una manera inesperada. Héctor se quedaba callado, sin entender nada. A veces sonreía, para que no me sintiese muy frustrado, pero en su cara se veía que se preguntaba dónde estaría el problema de comunicación, si en él, o en mí, contando esas estrafalarias anécdotas sin sentido supuestamente dedicadas a hacerle reir. Finalmente, todo se resolvía si le hacía una mueca, pues entonces sí que reía abiertamente, pero si le contaba el chiste de la vaca, mi fracaso era total. Como puedo llegar a ser testarudo hasta el agotamiento, he de admitir que es probable que jamás le haya contado a nadie tantos chistes como a él. Pobre. Finalmente, tuve que aceptar mi derrota, y desistí.
Me asusta pensar que algún día suceda algo, se encienda una luz, estalle un cohete, surja una palabra en el viento, y que entonces Héctor lo comprenda todo. Oh, Dios, sólo espero no estar presente en ese momento, pues las cataratas del Niágara serán pequeñas comparadas con la inundación de carcajadas que se nos vendrá encima.
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