martes, 21 de agosto de 2007

Claxons

La calle es la auténtica escuela. En las calles de la ciudad se aprenden cosas que nunca se aprenderían en otro lugar. Como el lenguaje de los claxons. A fuerza de escuchar, de estar atrapado en interminables atascos, de soportar a impacientes conductores, he aprendido a interpretar esos sonidos, a comprenderlos de veras. Advierto que no es nada fácil, y que casi nadie logra entender el verdadero sentido de esos pitidos, pues nada es lo que parece. Puede parecer mentira, pero el significado del bocinazo de un coche rara vez coincide con la intención de su conductor. El otro día, un conductor desesperado por verse atrapado en una doble fila tocaba el claxon de su vehículo mientras vociferaba: "¡A ver, cabrón, saca de ahí el coche!" Lo normal hubiese sido que el sonido del claxon de su coche sugiriese algo parecido al locuaz comentario de su dueño, y comprendo que a la gente se lo parezca, pero no es así. Mi experiencia en bocinazos no me deja lugar a dudas; el coche decía: "Piensa en mí, cuando llores, cuando sufras también piensa en mí."
¿No me creen? Lo sé a ciencia cierta. Sólo tienen que pararse a escuchar. Un camión dio un frenazo para no impactar contra un coche que se cruzó en su camino. El camionero se cagó en la familia del conductor del coche rival, pero el claxon, por el contrario, dijo: "No debía de quererte, no debía de quererte, y sin embargo te quiero."
Ayer presencié cómo un coche quería adelantar a otro, y le pedía paso con un sonoro bocinazo que decía: "Si tú me dices ven, lo dejo todo", mientras el propio conductor mostraba su dedo corazón al coche adelantado. Éste a su vez, estiraba igualmente su dedo largo y dedicaba otro bocinazo al son de: "Como yo te amo, convéncete, convéncete, nadie te amará".
Éste es un idioma que todo el mundo debería conocer. Nos haría la vida en la ciudad mucho más llevadera. Ahora sé que en este atasco el claxon del loco que está detrás de mí dice "Y no me canse de jurarte que no habrá segunda parte, me cuesta tanto olvidarte." El impaciente condctor que tengo delante probablemente no sabe que su coche dice "Entonces siempre acuérdate de lo que un día yo escribí pensando en ti, como ahora pienso." El conductor de un coche situado a mi derecha me mira con desagrado, mientras curiosamente su claxon dice: "A tu vera, siempre a la verita tuya, hasta que de amor me muera". Un coche de matrícula francesa y conductor mal encarado canta con su bocina: "Quand il me prend dans ses bras, il me parle tout bas, je vois la vie en rose." Con todo esto, yo me animo y hago sonar el claxon de mi coche, que siempre dice: "Amor de mis amores, reina mía, qué me hiciste que no puedo conformarme sin poderte contemplar".

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