miércoles, 22 de agosto de 2007
Una Historia Irrelevante
A la salida de nuestro universo existía una carretera llena de baches y agujeros negros que conducía a otro universo. Estaba algo lejos, no se vayan a creer, y la carretera no era buena, como digo. Vamos, que se tardaba en llegar. Este otro universo estaba dormido. Los planetas no rotaban ni hacían nada, las tiendas estaban cerradas y las estrellas apagadas. LLevaba dormido mucho tiempo. Cronómetro en mano, podríamos decir que llevaba dormido lo que los humanos computaríamos como "una barbaridad de tiempo", milenio arriba milenio abajo. Un día, o quizá una noche, pues aún no funcionaba nada, despertó. Seguro que nunca han visto despertarse a un universo que lleva dormido tantos años. Digamos que no estaba del todo despejado, ni de muy buen humor. Lo primero que hizo fue darle una patada a un meteorito. Hubiera sido un golazo, de haber ido más centrado, pero impactó en la cepa de un planeta. Empezamos bien. Y a continuación, debido a tantos años de siesta, bostezó tres veces. El primer bostezo, inmenso, provocó un tornado. El segundo, todavía mayor, causó un ataque generalizado de angustia. Y el tercero fue tan colosal, tan salvaje y descomunal, que el universo se engulló a sí mismo y nadie volvió a saber nada más de él. Se dice que entre nosotros vive el único superviviente de aquella autofagotización del universo vecino. Al parecer le tiene pánico a las aspiradoras.
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