martes, 21 de agosto de 2007

BodyTongue

Un día descubrió que el tener la lengua tan larga tenía alguna ventaja. La podía usar como tabla de surf. La desplegó en toda su longitud, se montó en ella, y cogió la primera ola. Con la segunda ola ya hizo un tres sesenta, y con la tercera un tubo. Lo malo era la incómoda salinidad que detectaban sus papilas, así que decidió descansar un poco, salió del agua, extendió su lengua en la arena, y se tumbó sobre ella para tomar un poco el sol.

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