Se acercó sin hacer ningún ruido a Brad Pitt mientras éste dormía, y sin despertarlo, le robó esos hoyuelos que se le forman en la cara cuando sonríe. Aprovechó que Angelina yacía a su lado para, sigilosamente, robarle los labios, por supuesto.
Jennifer Lopez no sabría decir cómo ni cuándo le robaron su culo.
Uma Thurman denunció el hurto del azul de sus ojos al mismo tiempo que Julia Roberts el de su sonrisa. Todo apuntaba hacia la misma persona.
El plan de sustraerle la voz a Sean Connery funcionó a la perfección, al igual que el de apoderarse del carisma de George Clooney, la escotadura supraesternal de Kristin Scott Thomas, las piernas de Charlize Theron y un lunar que tenía Juliette Binoche.
El proyecto se completó cuando a Tom Cruise le robó la fe, a Kyle MacLachlan la barbilla, a Dylan McDermott las cejas (aunque se confundió y en realidad se las robó a Dermot Mulroney), a Colin Farrell el Colin, a John Travolta la chupa de los T-Birds y a Tom Hanks... bueno, a Tom Hanks no le robó nada.
A continuación, se puso manos a la obra, con pegamento, tijeras, paciencia y fotochop. Su trabajo, como pueden comprobar observando los carteles que se han colocado a lo largo de esta avenida, es intachable. Lo más impresionante es que con todo lo utilizado, el resultado final todavía se parece al candidato de nuestro partido.
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