Era una profesional del llanto. Lo lloraba todo. Decían que en condiciones normales lloraba 22,4 litros.
Una vez, en un descuido, se quedó sin llanto. Hubo un terrible momento de confusión, pues no sabía dónde buscar ni qué otra cosa hacer. Ante este despropósito, le entró tal congoja y desconsuelo, que no pudo (ni quiso) contener las lágrimas.
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