martes, 21 de agosto de 2007

No me Hagas Sufrir, Coma

Un amigo me dice que tengo problemas con las comas. Y con los signos de puntuación en general. Él lee con atención lo que yo escribo y me lo dice: "A ti lo de los puntos y las comas no se te da bien". Y tiene razón. Soy tan consciente de ello que decido que muchos de mis textos no lleven ni un solo punto ni coma. Mi amigo se indigna y me dice que necesita pausas para respirar, que se pierde, que no sigue el ritmo... Pero más me indigno yo. Esas malditas comas son de lo más molesto. Me suele suceder que mientras leo una línea, así con la boca abierta, una coma se me incrusta en la glotis y me atraganto, me asfixio. La mayoría de las veces que me entra la tos, es por culpa de una coma. Los puntos son mucho más peligrosos, aunque admito que a veces la culpa es mía. Voy leyendo a demasiada velocidad, de modo que cuando se presenta un punto, no me da tiempo a frenar y me doy un golpe contra semejante señal de stop, provocándome múltiples heridas en los dedos y en la lengua. Y eso si no acaba el párrafo, y caigo al vacío dejado por el punto y aparte, sin posibilidad de sujetarme a ningún margen. Para qué decir nada de signos de puntuación como los dos puntos o el punto y coma, auténticos disparates arquitectónicos, nocivos, fabricados con la única intención de causar daño y contusiones. Abajo los signos de puntuación. El único que tolero son los puntos suspensivos. Sobre todo si son elásticos y acolchados. Tropiezo con uno, pero reboto en el siguiente, y caigo de culo en el próximo... y así podría pasarme todo el día... hasta que descubro ese tobogán que tiene el signo de interrogación. Podría pasarme la vida haciendo preguntas de arriba abajo.

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